Y de pronto suspiré...
Suspiré con todas mis fuerzas, sacando todo lo que no me hacía bien, todo lo que me lastimaba: no fue fácil, pero suspiré y lo saqué.
Intenté; respiré y cuando menos lo esperaba, lo controlé.
Controlé esa ansiedad, esa angustia, ese enojo que desaté, lo ubiqué fuera de mi ser.
Cuando menos lo esperaba pude detenerme, parar por un segundo y seguir mi rumbo lleno de alegría.
A un camino lleno de paz y armonía.
Correr por el césped, lleno de flores, donde iba y venía un viento de poesía.
Poesía que escribía cuando mis sentimientos y emociones más fuertes las sentía.
Sin preocupaciones, sin malestares, simplemente un cuerpo de pura calma.
Cuando menos lo esperaba, salté,
Salté a un lugar donde podía saludar desde lo más alto.
Una montaña que puede escalar y a capa y espada.
Barreras pasé, piedras brinqué, agua evité, tierra me lavé.
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